domingo, 24 de marzo de 2013

39 - Parte 2


- Señor Luna, comprendo y recojo su testimonio del caso que nos acaba de relatar, sobre lo acontecido con Patricia Hernández. Me ha dejado con varias inquietudes; sobre todo teniendo otros 37 desafortunados incidentes; muy diferentes entre sí, todos ellos...Por la manera en que se dieron.
- ¿Eso quiere decir que me hará relatarle los 38 "incidentes", como usted les llama?...No olvide que ya le conté sobre uno; el primero.
- No es necesario repasarlos todos. Sólo algunos más; para formarme una mejor opinión sobre su condición. Debo decirle que hasta el momento, sus respuestas me han parecido bastante lúcidas. Parece ser un individuo en control de sus actos...Y emociones. Por lo menos hasta ahora.
- Es que usted no sabe lo que es ser "yo mismo". Yo debería estar hablando con un sacerdote, y no con usted, Alvarez...Pero bueno, esa es una opción que ya intenté en el pasado, sin grandes resultados, debo decir.
- Podríamos hablar sobre el caso de...Natalia León? Ella fue la segunda. ¿La recuerda?, ¿tendría algún inconveniente en que platiquemos sobre ello?
- No, ningún inconveniente. Quizá después de este caso, pueda al menos darme el beneficio de la duda.
- Dígame, ¿cómo la conoció a ella?


Andrés Luna hizo entonces una mueca a manera de sonrisa, curvando una parte de su boca hacia su lado superior izquierdo; algo que Leonel se inclinaba a clasificar como..."presunción"; una sutil palmada en la espalda que el individuo se daba a si mismo. Tomó unos instantes más para poder responder a la pregunta en cuestión.

- Natalia era una chica muy hermosa. Vivía dos pisos abajo, en el mismo edificio que yo. Muchas veces me tocó verla partir a sus clases en la Universidad...Subirse a ese auto elegante, mientras sostenía su maletín y un café recién hecho, en la misma mano...Ya que con la otra abría la puerta y se ponía esos lentes oscuros que tanto le gustaban...Dios, qué hermosa era!
- Y...Alguna vez habló con ella, me imagino.
- S-sí...Pero primero, Él fue quien me advirtió sobre algunas cosas. Se percató plenamente de que ella me gustaba y me llamaba la atención.
- ¿Él?...¿Quién?...Ah, la otra persona que dice ver. Recuerdo que lo leí en su expediente. Es sólo que...No le di suficiente importancia.
- Pues debería darle toda la importancia, amigo. Él es quien mueve los hilos aquí. Pero ya llegaremos a eso, quiero pensar. En fin...Yo acababa de desayunar y me dirigía a la oficina. Vi su auto arrancar mientras caminaba hacia el mío, en el estacionamiento. Fue entonces cuando lo vi por primera vez. Estaba recargado en un poste, cruzado de manos y me miraba fijamente. Al pasar a un lado de él, comenzó a andar y me alcanzó. En ese momento pensé honestamente que iba a tener problemas.
- ¿Cómo es él?, ¿siempre guarda la misma apariencia?
- Siempre es el mismo. Viste igual; luce igual...Habla igual.
- ¿Y nunca antes lo había visto?...¿Descarta la posibilidad de que sea alguien de su pasado?
- Nunca antes lo había visto y no, no es alguien de mi pasado; no es alguien a quien yo haya inventado, creame. Si yo fuera capaz de crear o concebir a alguien de semejante perversidad y crueldad...Debería de recibir un premio de algo...
- Señor, Luna...Estamos hablando de 38 personas muertas; la mayoría de ellas son mujeres. No es precisamente como para que le den un premio. ¿No lo cree?
- Entonces, sí me juzgará?
- Usted perdone. Fue un comentario personal que debí reservarme para mi mismo. Deseo que figure como tal en los registros.
- No se preocupe, ya lo anotaron - Comentó el homicida, mientras miraba hacia uno de los espejos, con lo cual lo único que conseguía era verse a si mismo y a la sencilla habitación en la que se llevaba a cabo el interrogatorio.

Leonel observó cómo el sujeto miraba en todas direcciones y se preguntaba si en ese momento estaría buscando a ese "compañero" imaginario suyo. Fuera de esto, no lograba ver ningún signo de ansiedad o nerviosismo. ¿Qué tendría en las venas este tipo?...

- ¿Está usted viéndolo en este momento, Señor Luna?
- Sí. Acaba de presentarse. Rodea la mesa y nos ve como se vería a un par de míseros ratones de laboratorio; un experimento. Eso es lo que somos, usted y yo, Alvarez.
- ¿Tiene nombre?...¿Este personaje?
- Nunca me lo ha proporcionado, aunque a veces gusta de atormentarme para que yo trate de inferirlo.
- ¿Podemos regresar al caso de Natalia, Señor Luna?...Si le parece, quisiera saber qué le dijo este personaje a usted; qué platicaron y cómo lo fue llevando a cometer el homicidio. ¿Es posible?
- ¿Patético?...
- ¿Perdone?...

Andrés Luna parecía seguir con la mirada a algo o a alguien más, dentro de la habitación...Aún cuando dentro de ésta sólo se encontraban ellos dos. Parecía haberle respondido a alguien más e ignorado la petición que acababa de hacerle, de volver al caso que habían comenzado a discutir. Lentamente volvió los ojos hacia su interlocutor, pero no dijo nada...Parecía no haber escuchado el último comentario.

- ¿Decía usted..."patético"?...¿Qué le parece patético?
- ¿Qué?...Yo no dije...Ah!, fue algo que él dijo...¿Me estaba preguntando algo, Alvarez?
- Sí, que si está de acuerdo, regresemos al caso de Natalia. ¿Podría continuar, por favor?
- Claro, claro...Veamos...Le contaba que este sujeto me abordó en la calle; que comenzó a caminar junto conmigo y a mirarme. Le pregunté si le conocía o si quería que lo ayudara con algo. Él sólo se limitaba a mirarme y a sonreír, cuando de pronto se detuvo y yo hice lo mismo. Entonces me habló por vez primera. Su voz...pudiera decir que en primer instancia no suena nada espectacular ni impone o causa alguna reacción en particular, pero...No sé cómo definirlo exactamente. Es algo muy sutil...Y salvaje. Definitivamente, salvaje...primitivo.
- Bien...¿Qué le dijo?
- Me dijo que me había estado observando desde hacía mucho y que luego de lo que hice con...Patricia, estaba decidido a "utilizarme" y que tenía un propósito para mi. Yo enmudecí al escuchar eso pues, creía estar seguro de que nadie más se había enterado ni presenciado aquello. Traté de zafarme y alegar que desconocía todo lo que decía. Me di cuenta de lo inútil que resultaría cuando él me dió los detalles de lo que hice. Básicamente me contó cómo maté a Patricia...Me parecía inaudito que tuviera ese conocimiento. El tipo me tenía en sus manos...Y fue así como me fue envolviendo, poco a poco, para realizar los actos que cometí después.
- ¿No le parece factible pensar que, siendo usted mismo, el creador de este ser imaginario, que respira y se mueve solamente dentro de su cerebro, sea perfectamente explicable que conozca cada detalle de lo que sucedió con Patricia Hernández?
- Él no es yo, ni yo soy él. Es todo lo que puedo decir. Lo expreso con toda la seguridad de la que soy capaz...En este momento.
- Bien...¿Y qué le contó sobre Natalia?
- Destruyó el encanto con sus palabras llenas de veneno, pero por otro lado...Hablaba con la verdad. Tenía pruebas. Sucede que ella no era realmente una Universitaria, como yo pensaba. Cada mañana ella partía hacía una casa ubicada en la Avenida Constitución. El número...No lo recuerdo en este momento. Ella...Realizaba llamadas...Extorsionaba a personas. Pero no trabajaba sola.
- ¿Ha rendido declaración sobre esto que comenta, Señor Luna?
- Supongo que hace falta que les proporcione muchos detalles aún...En fin, ese día no fui a mi trabajo. Lo ocupé en enterarme sobre la historia de Natalia. Fuimos al Café "Vida Negra" y escuché con sorpresa todo cuanto él me decía...De tal suerte que fuimos urdiendo una especie de plan para...Poner un freno a lo que Natalia venía haciendo impunemente desde hacía mucho, mucho tiempo.

Leonel sentía este...nudo en la garganta; y de alguna manera sintió que no debía de callarselo más. Él había leído el expediente de la chica; tenía sus diferencias respecto de lo que hablaba Andrés Luna. Resuelto como estaba, tomó el papel en sus manos y comenzó a hablar, lo más tranquilo posible.

- Señor Luna...De acuerdo con nuestras averiguaciones...Natalia León Díaz estudiaba en la Universidad Tecnológica de Ciudad Juárez; iba en el quinto cuatrimestre de la carrera de Ingeniería en Logística Internacional. De acuerdo con la institución, no contaba con una sola falta, de manera que pensamos que cada mañana, cuando usted la veía partir...Ella se dirigía realmente a tomar sus estudios. ¿Se tomó la molestia de corroborar todo lo que le decía su informante?
- Licenciado Alvarez, ambos sabemos que los cardex escolares pueden ser fabricados o alterados, sobre todo en una ciudad como en la que vivimos.
- En virtud de eso, Señor...Aunque nos queda claro que no es una tarea que el Estado le haya encomendado en algún momento cercano, me parece que en lugar de dedicarse a reunir las pruebas que confirmarían la actividad delictiva de Natalia León, se fue directamente a la impartición de la justicia, no es así?...Rentó un departamento en el barrio de Parajes del Sol, mismo que usó en un 18 de Mayo de 2010, para quitarle la vida a una chica inocente.

En ese momento, una voz electrónica se hizo escuchar a través de una bocina que se encontraba justo arriba de la puerta de la habitación.

- Licenciado Alvarez. ¿Nos permite unos minutos, por favor?
- Sí, por supuesto.

Leonel Alvarez se levantó de su silla. Recogió sus cosas de la mesa y miró de soslayo a su interlocutor. Andrés Luna miraba sus manos, como mirando los instrumentos de muerte que tantas veces había utilizado ya. Huesos fuertes, dedos largos...Lo imaginaba poseedor de un agarre poderoso; carente de toda compasión o de humanidad...Su conexión tambaleante con la realidad hacían de él un hombre muy peligroso, de eso no tenía duda.

- "¿Estás seguro de eso?" - Susurraba una voz en su cabeza.


Continúa...

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