jueves, 2 de marzo de 2017

Nibiru - Parte 5

París, Boulevard du Montparnasse. Dos personas tomaban un café en el exterior de “La Rotonde” mientras veían el ir y venir de los parisinos en una nublada mañana de finales de Abril, y aunque no eran los únicos en el lugar, se podría decir que sí eran los únicos que no hablaban en absoluto; se limitaban a intercambiar miradas de vez en cuando y sorber sus cafés pues parecía que estos seguían calientes a pesar de haber transcurrido cierto tiempo desde que llegaron, y a pesar del frío ligero que en ese momento cubría gran parte de la ciudad Luz.
Sin embargo, no todo era paz, armonía y tranquilidad. No había mucha gente en el café, que en otros tiempos lucía totalmente atiborrado tanto de locales como de turistas de todas partes del orbe. Y aquellos que andaban por las calles se veían apresurados. No se detenían a ver el menú de los restaurantes. Uno que otro entraba y a los pocos minutos se le veía partir con su orden, empacada adecuadamente en la respectiva bolsa de papel y seguramente para consumirse en casa. Nadie se detenía a hablar en las banquetas y no se veían demasiados autos circulando en ambas direcciones del boulevard.

Pero aquella pareja - como unas cuantas mas - no tenían problemas en pasar un tiempo fuera, y simular que aquel era un día normal, en un mundo normal y predecible.
Ella tenía la mirada más extraña y especial que él había encontrado antes en una mujer - humana o no humana: era como si sus ojos tuvieran luz propia y el brillo circundante al iris se moviera o flotara de forma autónoma en cualquier dirección. Aunque tenías que estar cerca de ella para poder apreciarlo. Era desconcertante.
Él parecía estar sumamente agotado cuando llegó, pero la bebida caliente lo estaba reanimando. Quizá no estuviera vestido “para la ocasión”; no para los estándares del café en el que se encontraban pero eso parecía importarle en lo más mínimo.