martes, 7 de enero de 2014

Las Sorpresas del Día

Sus ojos, llenos de esas cositas difusas que enturbian la vista de los hombres de su edad, se posaron sobre el paquete que yacía en sus piernas.
Sus manos temblorosas comenzaron a trabajar; desenvolviéndo cuidadosamente aquello que le había mandado su esposa; aquello que no recordaba qué era, pese a que se lo habían dicho temprano.

Para él todo era una agradable sorpresa, hasta el calorcillo de la dura banca de concreto en la que estaba sentado; las gentes que paseaban por el parque...gentes que jamás había visto en su vida (o eso creía él), y todo el alboroto que hacían. En especial los niños.
Le divertían las riñas y lo competitivos que eran algunos de esos niños...A veces, cuando tenía tiempo de sobra, seguía las andanzas y travesuras de esos niños que se reunían a jugar luego de la escuela. Las marrullerías y aquellas pequeñas decepciones, que luego eran compensadas; ningún niño se enojaba más de 5 minutos...Aunque bueno, había sus excepciones.