martes, 18 de octubre de 2011

La caída

Semejante al despertar de una pesadilla visitada en otro momento; un sitio familiar pero al mismo tiempo extraño, opaco y oscuro...Como el eco siniestro que regresa a ti y que ahoga cualquier intento por moverte y escapar; que neutraliza cualquier intención de ponerte a salvo y distanciarte de aquello que te lastima...De esa forma llegó a mi esa desoladora lucidez; esa desafortunada y terrible sensación de soledad - acompañada; de vacío de conciencia y de una pérdida irreparable de mi propia identidad; de mi propia definición.

Me abordó una sensación opresora y me sentía sin aire en los pulmones; suspendido en el tiempo; en medio de un instante imposible y efímero; encima de bandas de colores ondulantes cual listones al viento, que a veces se aferraban a mi cuerpo, produciéndome un intenso dolor y agonía...Y otras veces, cuando me soltaban, sus movimientos aleatorios y caprichosos formaban formas y figuras que parecían contar una historia y tener palabras; sonidos, fonemas inauditos...Parecían tener la identidad que yo sentía...Haber perdido.

Y la nada se convirtió en el único medio y en la única posibilidad. Y porque yo poseía nada, y porque no pensaba en absolutamente nada; el frío silencioso de la indiferencia de pronto se volvió cómodo para mi.
Porque después del dolor y de saberse herido de muerte...La nada se convierte en una atracción poderosa. Una vía por la que no tienes que pagar nada pues ya la tienes; una actitud caprichosa que anida en el fondo de tus pensamientos y que exige nada de esfuerzo en mantener; una emoción carente de todo porque es nada...

Y todo se volvió a transformar...
La lucidez en locura, la sórdida soledad en letras garabateadas sobre un fondo blanco sin fin; la oscuridad en luz y el viento en viento...El viento que acariciaba esas fibras minúsculas y desprovistas de cualquier atisbo de inteligencia propia...Pero interconectadas entre sí, tejiendo un complejo entramado de sentimientos y sensaciones...

Respiro...Sí!...
Y escucho también...

Pero lo que escuchaba todavía no era bien recibido por una máquina que se negaba a recuperar su estado inicial...Los complicados bucles y algoritmos se habían mezclado de alguna forma y...No había principio ni fin. No había forma de recuperarse aquello que fue...La transformación era irreversible.
Aquella vieja y derruida lógica difusa flotaba a la deriva por las negras aguas intranquilas de un río con destino desconocido...No tanto al olvido...No tanto a la memoria que a cualquier ser humano le gustaría conservar. No tanto para retenerlo a la fuerza.

Porque...En este breve simulacro que llamamos "vida"...La única fuerza existente...Es aquella que te acompaña durante la caída.