Ando sobre mis pasos, bajando por el sendero abierto y en dirección a una ya familiar "nada".
Arriba en la colina, de agrestes arbustos y rocas achatadas, aguardé todos aquellos minutos durante el cambio de estación.
Manos sobre las piernas, ojos al horizonte y corazón hacia aquellas insonsables profundidades de la madre tierra.
Anduve todos esos pasos, por el sendero abierto, pero ella nunca llegó. Incontables ocasiones me he preguntado si he subido a la colina apropiada.
Incontables veces me he preguntado si las lágrimas pueden subir al cielo en lugar de caer hacia el suelo; si al juntar un montoncito de tierra con mis 2 manos, estaré más o menos igualando el tamaño y el peso de mi propio corazón...Y entonces voy con el montoncito de tierra ofreciéndolo al cielo y a las nubes, esperando que ella lo acepte, esté donde esté. Es sólo un símbolo, le trato de explicar a nadie...
No me queda de otra que repetir mis pasos, mis piensos y mis lágrimas.
Subiré otro día y otro día después.
Juntaré la tierra y la moldearé con mis manos.
Esperaré todo lo que sea necesario.
Los girasoles duermen ahora su imperturbable sueño, y como ellos, me apresuro a cerrar los ojos para poder soñar de nuevo con aquellos ojos que añoro, e imaginarnos tomados de las manos mientras andamos por el sendero, con el calor del sol bañando nuestros rostros.
¿Toda esta felicidad es real?...Le pregunto a mi compañera...Pero al mirarla para saber su respuesta, ella ya no está. Me encuentro solo y el sol se ha puesto.
Las cigarras y los tímidos grillos esparcen su onírica canción de cuna, al tiempo que mi alma se separa de mi cuerpo; se levanta sobre la cama y vuelve la mirada hacia el cuerpo, esa cáscara quieta que yace indefensa, con las manos llenas de tierra y el corazón dilatado pero aún latiendo...
El alma sale de la casa, para volver a caminar por donde anduvo el cuerpo. Busca a su alma gemela; un destello de luz en aquella oscuridad momentánea; una voz que la guíe por el sendero correcto; un amor prometido hace mucho tiempo y que se niega a desvanecerse.
Espero ella tenga mejor suerte que yo, aunque si regresa a mi cuerpo por la mañana sabré que no ha sido así y entonces volverá a depender de mi el andar esos pasos y subir por ese sendero, una vez más.