martes, 18 de junio de 2013

El Vendedor de Estrellas

Me situé justo enfrente de la puerta y toqué el timbre como debía de hacer. Una armoniosa sucesión de alegres sonidos se escuchó en el interior del departamento 1323...Y durante el siguiente minuto estuve muy tentada a abandonar la locura que me había llevado hasta ahí y regresar a casa de la Abuela para reclamarle por sus disparatadas y lunáticas historias.
Hasta una niña de 9 años como yo sabe cuando un adulto de muy avanzada edad te está contando fantasías sin fundamento ni moraleja; prosa descuidada y salpicada de anécdotas difusas; historias perdidas y alteradas por excentricidades y opiniones sobre lo que "debería ser", en lugar de "lo que fue realmente".

Yo me iba a marchar cuando la puerta se abrió y un señor mayor envuelto en una colorida bata salió a atender el llamado. Lo primero que hizo fue buscar en todas direcciones al responsable de haberlo sacado de la cama (quizá). Sus ojos viejos y cansados no tuvieron éxito en tal objetivo pues yo me encontraba bastante más abajo de su línea de vista...De manera que tuve que carraspear para anunciar que me encontraba ahí; varios centímetros abajo de lo que cabía esperar.