martes, 18 de junio de 2013

El Vendedor de Estrellas

Me situé justo enfrente de la puerta y toqué el timbre como debía de hacer. Una armoniosa sucesión de alegres sonidos se escuchó en el interior del departamento 1323...Y durante el siguiente minuto estuve muy tentada a abandonar la locura que me había llevado hasta ahí y regresar a casa de la Abuela para reclamarle por sus disparatadas y lunáticas historias.
Hasta una niña de 9 años como yo sabe cuando un adulto de muy avanzada edad te está contando fantasías sin fundamento ni moraleja; prosa descuidada y salpicada de anécdotas difusas; historias perdidas y alteradas por excentricidades y opiniones sobre lo que "debería ser", en lugar de "lo que fue realmente".

Yo me iba a marchar cuando la puerta se abrió y un señor mayor envuelto en una colorida bata salió a atender el llamado. Lo primero que hizo fue buscar en todas direcciones al responsable de haberlo sacado de la cama (quizá). Sus ojos viejos y cansados no tuvieron éxito en tal objetivo pues yo me encontraba bastante más abajo de su línea de vista...De manera que tuve que carraspear para anunciar que me encontraba ahí; varios centímetros abajo de lo que cabía esperar.


- Oh, así que ahí estás!...¿Qué deseas, Dulce Niñita?
- Yo...Mi Abuela me dijo que usted...
- ¿Ajá?
- Perdone. Seguramente me equivoqué. Es una tontería...Será mejor que me vaya.
- Oh, bueno. Si eso es lo que crees, adelante.

Bueno, una parte de mi ya se había ido y marchaba despreocupadamente calle abajo, pero otra parte mantenía los pies firmes y pegados al concreto de la banqueta. Desgraciadamente esa era la parte que iba ganando porque no conseguía moverme ni un centímetro. No sé si llamarla indecisión...Aunque hoy día tiendo a pensar en ello como en un claro ejemplo de la pujante curiosidad que otras veces me ha llevado a meterme en problemas y predicamentos de los cuales no siempre fue sencillo salir...Pero no fue el caso en aquella ocasión.

- Hum!, me parece que no quieres irte sin antes comprobar dos o tres cositas. No es así, niña?
- Es que no see si creerle a mi Abuela...Me gustaría poder...Estar segura de si lo que me dijo fue cierto o no.
- ¿Qué fue lo que te dijo tu Abuela?
- Que usted era un vendedor de estrellas! - Le solté lo más rápido que pude, haciendo un esfuerzo supremo en tragarme mi orgullo y un montón más de emociones que se agolpaban en mi interior y que pugnaban todas juntas por ser la primera en salir y asomar su horripilante rostro y hacerme quedar como una niña estúpida, sin más.
- Ah, ya veo! ¿Así que eso te dijo tu Abuela?...¿Quieres pasar?
- No sé si deba...Sólo tiene que decirme si lo que acabo de decirle es...cierto o no.
- Oh, no tienes nada que temer de un pobre viejo como yo, te lo aseguro. Aunque de cualquier forma, ¿qué diferencia haría si yo te dijera que fuera tal cosa?, ¿me lo creerías así, de buenas a primeras, sin ninguna prueba?
- ¡Pero es que eso es imposible! Nadie puede vender una estrella...Y además, ¿quién le querría comprar algo así?
- Ah!...Es que las estrellas son tan hermosas; tan luminosas, tan brillantes. Son objetos maravillosos que nos dan calor, energía...Vida!
- Y que se encuentran a millones de kilometros de nosotros. Por lo menos nuestro sol...Ni que decir de las que se encuentran en Alfa Centauri o incluso miles de años luz de nosotros...¿Qué me dice de eso?
- Todo eso es cierto. Eres una niña muy brillante!...Pero lo que también es cierto es que hoy hace un muy buen día para desayunarnos unos waffles muy ricos, con fresas, miel y un poco de helado. ¿Qué dices?...¿Te gustaría?
- No gracias. Creo que ahora estoy segura...Yo, lamento haberlo importunado, Señor.
- No te preocupes. ¿Quizá en otra ocasión entonces?
- Quizá en otra ocasión. Adiós.
- Adiós!

Yo me fui caminando; resuelta...Segura de que había tomado la mejor decisión. Confiada en lo que sabía...En lo que me habían enseñado en la escuela...Y aún así...No pude resistir el voltear y ver de nuevo hacia el departamento 1323. Me encontraba a varios metros ya...La puerta se había cerrado. ¿Se habría cerrado para siempre?
Semejante disparate no podía ser cierto. ¿Qué le habría invitado ese viejito a mi Abuela entonces?...¿Qué extraña sustancia habría puesto en sus waffles y cómo la habría convencido en creer aquello? Pobre de mi Abuela.

Y por otro lado...¿Sabrá ella hacer waffles?

No hay comentarios:

Publicar un comentario