lunes, 10 de julio de 2017

Caramelos

La pulsera se encontraba en la mano y en la muñeca equivocada, y ella lo sabía, pero no deseaba contrariarla. Sus ojos buscaban los de ella con anhelo, y con tal de escuchar esas preciadas y adoradas palabras - que para ella eran joyas invaluables; tesoros rescatados del fondo del mar salado - no pondría objeción alguna y dejaría que la vistieran como quisieran.

No había muchas de esas joyas, por eso cada una de ellas era un pedacito de felicidad radiante encapsulada (muchas veces en forma de caramelos envueltos), depositadas en aquel cofrecito decorado con pequeñas cuentas brillantes y listones de colores que descansaba sobre una de las repisas de su muro favorito, pero eso no lo sabía Mamá, ni que cada uno de sus tesoros le servía para iluminar un día triste o para curarla cuando se caía y no había nadie a su alrededor para consolarla y parar el río de lágrimas que se le escapaban.

Tampoco sabía que el suéter que le ponía le picaba un poquito del cuello o que cada vez que ella elevaba sus brazos en su dirección era porque quería que la levantara y jugara con ella a dar vueltas y a subir para tratar de alcanzar las estrellas que le habían colocado en el techo, que brillaban por las noches pero que siempre quiso tocar con sus deditos de almidón.
La bufanda está calientita, pero le tapa toda la boca…Se pregunta si sería bueno decirle que de esa forma no podría hablarle para pedirle algo; para pedirle su mano…Pero Mami tiene prisa y se encuentra ya abriendo la puerta. ¿Debe de correr para alcanzarla o se acordará y volverá para llevarla en sus brazos y arrullarla como hacía tanto tiempo atrás?

Sus ojos se encuentran con los de ella; Mamá espera y tiende la mano…La pequeña sabe ahora que debe de caminar rapidito y alcanzar esa mano, y justo cuando lo ha hecho voltea a verla de nuevo. Una hermosa sonrisa la recibe, justo como las que le encantan y que pueden transformarlo todo; Su mano envuelve la suya pero no la aprieta fuerte…Ella siente su calor y su amor, como si llevara un foquito encendido dentro del suéter, para todas partes; irradiándole calor y confianza. Sabe que puede ir con ella a cualquier parte; que en ningún otro sitio se sentirá o estará segura.


Ella siempre lo ha sabido…Le da la vuelta a la página del álbum de fotografías, necesitada hoy más que nunca de más de los caramelos de Mamá…

No hay comentarios:

Publicar un comentario