miércoles, 9 de agosto de 2017

Nibiru - Parte 7


  • “El mundo merece saber la verdad…Es la frase con la que concluye el video del astrónomo Jeffrey Johnson, recientemente asesinado en el aeropuerto internacional de la ciudad de San Francisco. Y del homicida?…Nada…Las autoridades siguen rastreando e investigando. Todo apunta a que se trata de un profesional, pues conocía la exacta localización de las cámaras de seguridad. Ninguna de ellas logra pescar o tomar una imagen del rostro del agresor, quien supo manejar muy bien la confusión a su favor y así poder escapar del lugar…Pero ahora vayamos con Nancy Wallace, desde el Reino Unido, quien nos tiene más noticias sobre la escalada de violencia que se vivió en el Parlamento el día de ayer…” - De lo cual ya no pude enterarme pues mi inquieto cuidador (claro, si es que puedo llamarlo como tal) terminó por apagar la televisión y a retirarse hasta situarse en la ventana de mi habitación. Se veía un tanto reflexivo, tal vez calculando cuál sería su siguiente paso. La cuestión sería…¿Me lo confiaría si se lo preguntara?
  • ¿En qué piensa, Sr. Chekov?
  • En muchas cosas, Señora Barrrnessss. Mucho está pasando y me temo que son demasiadas varriantes. Todo está en juego.
  • ¿Qué nos va a pasar?…¿Por qué no me lo cuenta de forma directa y al grano?…¿Por qué buscan usted y otros al Sr. Chamberlain? Creo que merezco saber lo que está pasando.
  • No sé si usted se encuentre bien…Demasiado por digerrir, Señora mía.
  • Ya me siento mejor, créame, prefiero saber cuando voy a morir, si con ello existe la mínima posibilidad de que logre esquivar “la bala”.
  • Interresante esa forma de pensar!…Perro dígame antes: ¿todavía tiene en su poder el libro?
  • Estoy sentada sobre él. No me vaya a decir que el Sr. Chamberlain saldrá de él y me expulsará o arrojará hacia el techo cuando lo haga!
  • Que saldrrá de él?…Clarro que no!…Bueno…En cierto sentido sí. Verá, el libro es una especie de “marcador” para Chamberlain. Como cuando usted lee un libro…¿No coloca un tipo de papel o separrador en la página que lee actualmente? Eso es lo que hace Chamberlain con sus marcadores. No sabemos cuántos ha puesto, perro estamos segurros que ese libro en su poder, es uno de ellos. Por eso la visitó a usted en cuanto compró el libro…Ahorra, realmente no sé por qué diablos (así dicen ustedes, cierto?…”qué diablos?”…Je…Es algo cómico)…Por qué puso un marcador a un libro que cualquiera puede comprar y llevarse a su casa. Eso se lo podrá preguntar la próxima vez que lo vea. Si es que lo llega a verr de nuevo, alguna vez. Más tarde deberá decirrme por qué compró usted ese libro, de entre otros que pudo haber comprado.
  • ¿El libro lo atrae?…¿Acaso él es como una especie de genio en la lámpara?, ¿si yo froto la portada, él aparece?
  • ¿Genio en la lámpara?
  • ¿No leyó Aladino?…Una historia proveniente del compendio de "Las Mil y Una Noches”…¿La película de Disney? - El rostro indiferente y carente de toda expresión de Chekov me decía que no sabía de qué le estaba hablando, aunque su historia era realmente igual de inverosímil o de fantástica, si alguien me hubiera preguntado.
De repente y sin aviso alguno, la escena cambió…Y yo me encontraba en un…vagón, y me encontraba mirando hacia la ventana que tenía más cerca de mi. El sol se ponía pero todavía refulgía con fuerza y de inmediato me hizo desviar la mirada hacia otro sitio. Yo me encontraba sentada y con las manos entrelazadas…Vestía un abrigo de color negro pero podía sentir que el aire acondicionado me pegaba de lleno. Otras tres parejas me acompañaban en el vagón; todas ellas distantes e incapaces de explicarme qué hacía yo en un tren y hacia dónde se dirigía. Sin embargo, la visión desapareció tan pronto como llegó, y de nuevo tenía ante mi a Vasily Chekov, en mi habitación…En mi casa…¿Qué había pasado?
  • Chamberlain posee algunas habilidades, Señorra Barrnesss; algunas de las cuales, fueron desarrolladas por mi empleador, de manera que…Sabemos de lo que es capaz. Sabemos dónde ha estado…Perro no sabemos a dónde irá, lo cual es una gran desventaja en tiempos corrientes…O actuales, como dicen ustedes.
  • Tengo miles de preguntas, Sr. Chekov…¿Por qué no me ha quitado el libro y se va? Qué lo hacen diferente a mis anteriores visitantes, los que me drogaron?
Chekov desvió la mirada hacia la calle, y un intento de sonrisa comenzó a modificar las facciones de su rostro, pero quedó como tal: en sólo un intento, pues de inmediato volvió a adoptar una expresión seria y hasta…dolida.
  • Como le dije…Los que me precedieron pertenecen a una organización sin escrúpulos; con intereses que escapan incluso a nuestro entendimiento; una organización profundamente enraizada en todas las estructuras de poder de todo el orbe; aunque como entenderrá, poseen secuaces de todos los niveles; muchos muy profesionales y letales, y otros como los que la visitaron que intentan cumplir una simple tarrea a la vez…Estúpidos. Huyeron en cuanto vierron que la situación se les escapaba de las manos: usted comenzó a delirar y yo hice acto de presencia, como dicen ustedes…Ni siquierra se esforzaron mucho en registrar su casa.
  • Mi vida…Todo se trastocó cuando yo compré ese maldito libro, Señor Chekov…Yo vivía una vida tranquila, y ahora…Parece ser que el mundo colapsa…Aunque no soy tan estúpida como para pensar que yo tuve algo que ver con ello, se lo aseguro…L-lo del mundo colapsando.
  • Clarrro, usted no tiene qué ver…
  • ¿Por qué no se lleva el libro y aleja de mi todos estos problemas?
  • ¿Está segura que quiere eso?…Piénselo un minuto, por favor.
¿Qué era lo que yo quería?…¿De verdad me estaba contando la verdad, aquel tipo de acento exagerado que se hacía llamar Vasily Chekov, o era parte del equipo de aquellos que me habían visitado antes? Si así fuera, Chekov bien pudiera ser el “Policía Bueno” y conseguiría sin mayores problemas aquello que buscaban los anteriores a él. De hecho, yo estaba a punto de dárselo, para así alejar los problemas. ¿Pero qué pasaría si no le diera el libro y lo seguía conservando yo?, ¿la próxima vez enviarían a gente más capaz (o letal) para conseguirlo?
  • Si le doy el libro, usted se va y no lo vuelvo a ver, ¿no es cierto, Sr. Chekov?
  • Si eso desea, así es…No me vuelve a ver. Nosotros necesitamos a Chamberlain, no tenemos ningún asunto con usted, Señorra, salvo la situación presente y que me parece que ha quedado clara.
  • ¿Pero qué le pasa al mundo?…¿Por qué ocurren todas estas tragedias y desgracias; todos estos accidentes y cosas raras que han estado pasando?
  • Antes de contestarrr eso, permítame a mi hacer otra pregunta, ya?
  • Haga la pregunta…
  • ¿Tiene familia?…¿Dónde está el Señor Barrrrnesss y por qué no visto hasta el momento?…¿Tiene padres, hijos?
¿Hijos?…La palabra resonó en mi mente y en mi memoria…No recordaba qué tanto era para mi una especie de vocablo prohibido. Tan solo unos segundos bastaban…Y yo, realmente no estaba preparada. La llave ya había abierto el baúl de los recuerdos y estos se escapaban volando por los aires como salvajes colibríes a los cuales siempre quería atrapar para volverlos a encerrar, pero estos picaban, y lastimaban cuando se les tocaba…Recuerdos de seda y almíbar; recuerdos volátiles que a veces me preguntaba si habían sido reales en algún momento, como huellas en la arena, que permanecen tan sólo unos momentos y que desaparecen cuando son alcanzadas por las acometidas del espumoso mar.

“Dame la mano, no te vas a caer” - le digo yo mientras tomo su pequeña manita y lo ayudo a bajar el escalón de la casa, para que luego Daisy corriera en su dirección y se lo llevara entre las patas. Recuerdo haber reído pero luego replicar cada una de sus lágrimas con las mías…Recuerdo haber llorado mucho más de lo que alguien debiera, en el transcurso de una o dos vidas.

“Por qué los abuelos no nos visitan” - me preguntó alguna vez, mientras cocinaba un pastel que luego terminé tirando a la basura. Creo que nunca fui buena en ese departamento…¿Pero, en cuál sí lo fui?

Y de nuevo me encontraba yo en el tren con rumbo desconocido, aferrada ahora con fuerza a la mesa, pues había sentido como si todo mi cuerpo hubiera caído desde cientos de metros por encima de mi, y que mi equilibrio - por no decir mi cordura - dependía de qué tan fuerte me aferraba a la mesa que tenía ante mi.
El mantelito de color beige oscuro se sentía suave en mis manos, como si fuera una seda importada…Pero y luego estaba el abrigo que llevaba. No recordaba haberlo comprado, ¿de dónde lo había sacado?…¿Por qué los otros pasajeros estaban tan tranquilos?…¿Acaso no sentían ellos lo mismo que yo?
La puerta del vagón se abría ahora, pero estaba algo retirada y no distinguía a la persona que entraba en la estancia.
  • Señora Barrrness?…¿Está usted bien?
  • S-sí…Estoy bien…Sólo deme un momento - De nuevo, el rostro semi pálido de Chekov parecía estudiarme. Sin duda pensaba que algo no iba bien conmigo. Y no se equivocaba.
  • Lamento preguntar…Yo sólo iba a sugerirle, que si tenía algún familiar…Sería muy bueno que le fuera a visitar por un tiempo. Le han pasado algunas cosas desagradables…Conviene desaparrecer un tiempo.
  • Creo que tiene razón…Lo mejor es desaparecer por un tiempo. Descansar…Pero antes de que me vaya y de que yo le dé a usted el libro, tiene que contestar mis preguntas. ¿Qué le pasa al mundo?
  • Ok…Parece que está determinada en verdad. ¿Leyó el libro?…¿Recuerda que le señalé un capítulo en especial?
  • Sí, el capítulo 9, que habla sobre un planeta…Nibiru…¿Pero qué tiene que ver con todo esto?
  • Señorra…Nibiru es real; tan real como usted y como yo, y ya estamos padeciendo sus efectos aquí en la tierra. Es una verdad imposible de ocultar ya…Es un planeta con una trayectorria muy diferente a la de los planetas que usted ya conoce; que lo acercan al sol y a la parte interrna del sistema cada varios miles de años…Desgraciadamente, sus efectos suelen ser siemprrre muy perturbadores, para aquellos cuerpos celestes que se encuentren en su camino. Y a usted y a mi nos tocó vivir la “no grata” experiencia de recibirlo…De nuevo.
  • Pero eso es imposible, ¿cómo es que nuestra gente no se pudo anticipar a algo así?
  • Esta es la primera vez que Nibiru encuentra a una humanidad con cierrrto grado de tecnificación. Usted sabe: ya había pasado antes, y los Sumerios lo vierrron; los Sumerios adoraron a aquellos seres, a sus creadores: los Annunaki.
  • Espere…¿Pero cómo es que no nos han dicho nada nunca?
  • Muy complicado de explicar, Señorra…Sus líderes ocultan muchas cosas; siempre lo han hecho, a pesar de que han conocido desde hace mucho tiempo a otras inteligencias; a pesar de que han mantenido contacto con otros mundos. Debo decir que impera el egoísmo y la ambición de poder…Y que algunos líderes son de hecho manipulados por otros…Por otros que llevan tiempo aquí entre ustedes. Los que ostentan el verdadero poder lo han estado ocultando por años…Por décadas, por siglos. Control de masas…Perro ahora es demasiado tarde; le digo, es un hecho consumado e imparable: Nibiru pasará muy cerca de la Tierra…No sabría decirle qué tan cerca. Recemos porque sus efectos no traigan la desgracia última para nuestra gente.
  • Todo eso resulta muy difícil de creer.
  • Por supuesto. Yo entiendo…Mire, Nibiru es la razón por la cual asesinaron al astrónomo en el aeropuerto de San Francisco. ¿Recuerda la noticia que veíamos hace unos instantes por la televisión? Todo eso fue un débil y tardío intento por seguir ocultando los hechos…Perro hoy más que nunca, las personas cuentan con muchas opciones de comunicación…Para este momento, el desconcierto, el miedo y la histeria deben estar creciendo a lo largo y ancho del planeta…Y usted sabe que eso no traerá nada bueno.
  • L-la cabeza me da vueltas, Señor Chekov……..Chekov?……..Chekov?
De nueva cuenta sentí de forma bastante espeluznante como si hubiera caído desde las alturas…Como si todos mis órganos internos se hubieran estirado como una liga y al instante hubieran recuperado su tamaño original. Decir que me sentía mareada sería algo demasiado optimista. Decir que algo o alguien me había tomado y me había metido en una centrifugadora y me había batido en máxima velocidad, era algo más aproximado a la verdad.
¿Qué diablos me sucedía?…Mi visión se tornó monocromática por unos instantes, y borrosa como si viera a través de un cristal empañado, pero lo cierto era que por lo poco que podía más o menos entender y percibir, me encontraba de nueva cuenta en el tren en movimiento.
Una persona se dirigía caminando hacia mi, a través del pasillo del vagón, pero era sólo una forma difusa; una mancha compuesta de varios tonos que se movía y caminaba como una persona, hasta que a tan solo unos pocos metros de distancia, la mancha comenzó a re-definirse y a volverse más humana; tan humana como aquella persona que me había visitado ya algo de tiempo atrás en mi florería y que constituyó el origen de mis males…O eso pensaba.

El Señor Chamberlain ocupó el asiento frente a mi, y de inmediato me escruto con esos ojos ordinarios pero analíticos, como si de un doctor se tratase…Luego de unos instantes y tras comprobar que me encontraba presente (Lo estaba?), esbozó una sonrisa y se dirigió a mi con la voz que me resultaba todavía poco familiar; su voz, claro…
  • Señorita Barnes!…Me parece que ha pasado una eternidad, aunque realmente han sido solo unas cuantas semanas. ¿Puedo hablarte de tú?…Perdona…Creo saber cómo te sientes. Te daré unos instantes para que te recuperes totalmente. Antes que nada, lamento que hayas pasado por los inconvenientes que has tenido. Recién me estoy enterando…Debo hacerte una confesión…Aquel día que te conocí…Se suponía que iba a robarte el libro que justo acababas de adquirir…Bueno, no exactamente…Te lo iba a pagar…Pero…
  • ¿P-por qué no se llevó su…su libro?
  • Como te decía, tenía la intención de hacerlo, pero al final pensé que contigo estaría a salvo. Me equivoqué. No sabía que ellos podían seguirme a través de mis propios marcadores.
  • ¿Dónde estamos?…Hacía unos segundos estaba con…Olvidé su nombre…El tipo de acento ruso!…Pero estaba en mi casa, en Nueva York.
  • Es un poco difícil de explicar. De hecho estas en los dos lugares al mismo tiempo: allá en tu casa en Nueva York, y conmigo, en un tren hacia Boston.
  • Eso es imposible!
  • No lo es…Aunque sin embargo, no podemos prolongarlo por mucho tiempo. Escucha con atención: despide a Chekov!, inventa una excusa, lo que sea…Pero no le des el libro. Ve a la Penn Station y compra un boleto para Boston. Yo te estaré esperando aquí y prometo que contestaré todas las preguntas que tengas. Cuidaré de ti…Agatha.
  • Pero ya estoy con usted…Contigo!, en el tren a Boston…
  • Técnicamente…No…Necesitas ir a comprar el boleto y hacer todo lo que te dije. Esto es…¿Cómo decirlo?…Estas viviendo unos breves instantes de un futuro probable, de entre un infinito de posibilidades…Por favor, no me mires así…No estas loca…Por lo menos no aún.
  • ¿Chekov es de los malos entonces?
  • No puedo confiar en él todavía.
  • ¿Pero sí en mi?
  • Nadie te ha contaminado aún…Así que…Claro, confío en ti, Agatha.
Y con tan solo un parpadeo…El tren se fue. Chamberlain se fue…Pero el mareo se quedó.
  • Señora Barrrnessss?…Creo que a cada instante que pasa, la noto peor, más desmejorada, como dicen ustedes.
  • Necesito recostarme…Descansar…Podría darme un tiempo para recuperarme, Señor Chekov?
  • Por supuesto…Perrro dígame, ¿me entregará el libro?…¿Desea permanecer fuera de todo esto?
  • No.
  • ¿No?
  • Cierre la puerta al salir, por favor…
Recuerdo que cerré los ojos mucho tiempo y que con ello lograba superar un poco el mareo, y que tan solo escuchaba los ruidos y sonidos de la calle. De vez en cuando, el cantar de los pájaros más cercanos; el aleteo de sus alas…El paso de un avión…El tren saliendo de la estación…


Abrí los ojos…Ya estaba decidida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario