miércoles, 20 de febrero de 2013

Víctima de las Circunstancias


Fede apuró su Café y empacó el sandwich que su esposa le había preparado. Estaba retrasado, lo sabía...Pero también pensaba que el Licenciado Oropeza no sería tan puntual como le había prometido. No era que estuviera confiado, sino más bien estúpidamente esperanzado en factores o circunstancias que no dependían de él en absoluto; después de todo, el mundo de las benditas excusas era tan vasto y extenso.

5 minutos después, se encontraba inmerso en las congestionadas y reducidas vialidades de la ciudad, y mientras se escurría por aquellas calles estrechas, escuchaba extasiado el último disco de banda que había comprado y de vez en cuando, "tuiteaba" cualquier tontería que le venía a la mente.
No sabía por qué pero uno de los hashtags más populares de la mañana trataba de incomodar al partido al cual pertenecía. Y no es que le hirviera la sangre siempre que se metían con su partido o con su gente...Era algo más bien bochornoso, que prefería olvidar la mayoría de las veces.
Quitado de la pena, cantó en voz alta la última estrofa de la canción, imaginando para sus adentros esos sentimientos tan fuertes y "llegadores" a los cuales se hacía referencia en la música. No obstante, los pitidos de las decenas de carros que tenía atrás de él, lo devolvieron a la realidad para que pudiera avanzar los dos metros que ya tenía libres adelante.


20 minutos de retraso llevaba ya...Pero estaba seguro que no importaría porque capaz que el Licenciado estaría seguramente en la misma situación que él; atrapado en alguna arteria de la ciudad.
En esa idea esperanzadora estaba cuando su celular sonó con el ringtone de la voz chillona que había reservado precisamente para identificar las llamadas del jefe.
Decir que su ritmo cardíaco se había duplicado al escuchar ese timbre característico e infernal era no faltar a la verdad, ni exagerarla.

- ¿Sí, bueno?
- ¿Godínez?...¿Dónde diablos se metió?
- Licenciado Oropeza!, Ud. perdone, pero hay un tráfico del demonio. Estoy atorado en...
- Godínez, el tráfico siempre es el mismo; todos los días. No me venga con excusas estúpidas...Sin embargo, que ande aún en la calle me sirve. ¿Qué tan cerca o retirado se encuentra de la colonia Madrid?
- Estoy a unos 20 minutos, jefe.
- Bien...Parece que tiene el tiempo suficiente para recoger al Sr. Diputado Mendiola. Llamó el día de hoy y pidió nuestro apoyo para que lo recogieramos de un domicilio particular en esa colonia. Le voy a asignar esta tarea a usted, Godínez, pero requiero de su total discreción. ¿De acuerdo?...Nadie debe saber que usted lo recogió y de dónde...¿Entendió?
- Por supuesto, jefe. Cuente conmigo, como siempre...¿Y dónde se encuentra el Diputado?
- Aguas Blancas # 323, casi esquina con Lirio. Tiene 15 minutos. No puede llegar tarde, Godínez. ¿Le quedó claro?
- No se preocupe, jefe, yo...

La frase se quedó ahí, inconclusa y flotando en el aire denso de la contaminada urbe (o en lo que vendría siendo el interior de su propio automóvil, mejor dicho), pues al parecer el Licenciado Oropeza tenía algún asunto mucho más importante y le había colgado la llamada a Fede. "En fin...", pensó éste. Recoger al Diputado Mendiola era algo que rompía totalmente con la - algunas veces - aburrida rutina de todos los días.
Sí, extrañaría los tamales y el relajo que usualmente se armaba en la oficina, antes del mediodía...A no ser que ir a llevar al Diputado no le representase mayor problema...Pero en este momento debía de enfocarse en llegar a la colonia Madrid...El problema era que...No se acordaba de algún atajo que le permitiese llegar en el menor tiempo posible.
Podía tomar Reyes Heroles y a cuatro cuadras doblar a la derecha para subir por...Angostura...Y con algo de suerte bien podría ahorrarse un buen de semáforos. 
Sí, el camino comenzaba a tomar forma en su mente. Así que dicho y hecho, luego de cansarse con el claxón durante unos minutos, consiguió tomar Reyes Heroles...Únicamente para encontrarse con un choque a la tercer cuadra. El crucero estaba obstaculizado y la orquesta de ruido y vituperios se encontraban en su climax.

- No es posible!...No voy a llegar. Maldita sea!...¡Traigan una grúa!...¿Dónde diablos está el tránsito?

Fede se dió cuenta que todos gritaban más o menos lo mismo pero nadie hacía realmente nada. Todo mundo gritaba y se pegaba al claxon pero eran incapaces de organizarse de algún modo para salir del atolladero. Se bajó del automóvil como muchos otros y oteó hacia el sitio donde se había producido el choque. Un tranquilo octogenario se encontraba hablando en el celular; muy cerquita de uno de los autos del accidente. Del otro lado de los vehículos se encontraba una pareja que discutía airadamente y que de vez en cuando señalaban hacía el viejito del teléfono.
Sin embargo, ¿qué hacían en el suelo una bicicleta y decenas de bolillos dispersos por aquí y por allá?...Los grises perros callejeros comenzaban a apiñarse sobre este botín inesperado, y las señoras comenzaban a tomar partido desde sus puertas y ventanas; vociferaban tan alto y fuerte como los iracundos automovilistas. No importaba contra quien; había para dar y repartir; para tomar por partida doble si era del gusto de cada quien y aún así los demás recibirían su buena dósis de palabrería y discurso florido.
Fede se disponía a reportarse con su jefe, el Licenciado Oropeza, para contarle de lo apretado de su situación actual. La ansiedad le impedía marcar los fatídicos números con normalidad, pero un rápido manotazo lo liberó de tal trauma, metiéndolo en uno nuevo. Alguien corría calle abajo con su celular. La ágil pero enclenque figura no tardó demasiado en perderse entre la turba chismosa que se concentraba cerca del siniestro.

Fede no conseguía escuchar sus propios y débiles gritos. Veía con impotencia como se evaporaba ante sus ojos de rendija lo que más temprano apuntaba para ser un buen día...Se encontraba estancado y sin ningún medio para avisar sobre su contratiempo. Se suponía que ya debiera estar con el Diputado...No veía forma de salir bien librado de la situación.
Aunque...¿Y si alguien le permitía hacer una llamada?...Pudiera arreglar las cosas...Dos de los conductores más cercanos se encontraban usando su celular, de manera que bajó por la calle para ver si encontraba a alguien más. Al pasar por uno de los automoviles, alguien le gritó: "¿Qué haces?, súbete a tu carro que no tardan en mover el cochinero!..."
Sin perder ni un segundo más, se ubicó al lado de la puerta de un lujoso BMW, conducido por un sujeto que movía la mandíbula de manera jovial y enérgica. Parecía estar mascando 10 chicles a la vez. "Me permitirías usar tu teléfono celular, por favor?...Sabes que yo..." - comenzó a decir Fede, cuando el sujeto levantó su mano izquierda y sin voltear a verlo siquiera le mostró el dedo que lo callaba todo; el dedo que cortaba de tajo cualquier tema.

Tres carros abajo encontró otra oportunidad. Una chica esperaba también el poder circular de nuevo; la angustia en su rostro acartonado era más que evidente. "Discúlpame, me permitirías hacer una llamada desde tu teléfono?, es una verdadera emergencia...Me acaban de robar el mío y...".
La chica lo miraba pero de una forma extraña y enseguida notó que tenía un ojo bailón que subía o bajaba de forma lenta, apenas perceptible. El efecto en su mirada era sumamente inquietante. Ya habían pasado 15 o 20 segundos y los labios de la chica seguían herméticamente cerrados. Pero el ojo misterioso subía y bajaba...Subía y bajaba. Se retiró de ahí, aún bajo la silenciosa mirada de aquella mujer.

Ya un tanto resignado y cabizbajo, volvió lentamente a su carro. Ese día perfecto y distinto que iba a ser...Se había convertido rápidamente en una horrenda pesadilla surrealista en la que todo apuntaba a un linchamiento corporativo. Y todo gracias al poder de una llamada.
Con toda seguridad le esperaba una sanción monumental, por decir lo menos. Y si la molestia del Diputado Mendiola era mayúscula, ya podía esperar que lo pusieran de patitas en la calle, junto con una expulsión garantizada del partido...De su partido.

Se dió cuenta que los otros vehículos avanzaban ya, aunque el escándalo y el caos seguían imperando en la escena. De alguna forma habían conseguido abrirse un espacio por un lado del accidente...Cuando llegó a donde se encontraba su auto se dió cuenta que uno a uno, los demás autos invadían media banqueta para librar el embotellamiento.
Se trepó en su coche y arrancó. Naturalmente no lo dejaron pasar a las primeras de cambio pero luego de varios intentos y muchos gritos desesperados, consiguió avanzar y tomar la calle de Angostura, donde el tráfico era cargado y lento por igual.

40 minutos más tarde, se hallaba finalmente fuera del domicilio donde se suponía que recogería al Diputado Mendiola. Con una mano se sacudió el polvillo del saco mientras que con la otra hacía sonar el timbre.
Los últimos 20 minutos le habían servido perfectamente para ensayar el discurso de excusas y disculpas que le ofrecería al Diputado, a quien por cierto no había visto mucho...Sólo un par de ocasiones. ¿Sería capaz de reconocerlo?

Un hombre en camiseta interior y cigarrillo en mano le abrió la puerta...Sus facciones toscas y rígidas le parecieron familiares.

- Usted es Godínez, cierto?...Pase, hombre. Lo estaba esperando desde hace rato, pero su retraso me sirvió de cualquier forma.
- Sí, y-yo lo siento mucho, Señor Diputado...Tuve muchos problemas para...
- No se preocupe, Godínez!...Sírvase algo mientras me cambio, ¿quiere?
- Claro, Señor...Muchas gracias.
- Ahí tiene la barra. Sírvase lo que guste. Ojalá pudiera decirle que se sienta como en su casa, pero no. Me temo que no puedo decirlo...De cualquier forma, sírvase un trago. La casa invita...A mi nombre.
- Gracias. Aquí lo espero, Señor.

No obstante, el hombre se detuvo pensativo, girándose para quedar de frente a Fede Godínez. Luego de una fumada prolongada, apagó lo que quedaba de su cigarro en un cenicero junto a la barra y apuró el último trago de una bebida que descansaba en una mesita de madera; tenía bastante hielo y era de un color rojo intenso. Una bebida para seducir la mirada de un vampiro, tal vez.

- Escuche, Godínez...Usted...Me parece familiar. ¿Ya había trabajado antes conmigo?

"Perfecto, más estrés para añadir al consomé", pensó el apurado Fede. Se devanó los sesos pensando en si había realizado algún encargo para el Diputado Mendiola con anterioridad, pero no...No podía ser. No tenía mucho en el partido. Estaba seguro que no había tenido mayor relación con el sujeto. Era un tanto decepcionante sentirse como el criado particular del Licenciado Oropeza, pero "por algo se tiene que comenzar". Era una de esas excusas benditas que se repetía a sí mismo todos los días.

- Lo siento, Señor, pero me parece que no. Tengo poco en...la organización. No creo que...
- Sí, tienes razón. Pensé que por un momento...No importa.

Lo que siguió a continuación fue realmente más que perturbador. Fede no sabía qué tenía el Diputado al principio, pero a medida que se fue enfocando en su rostro lo descubrió. El sujeto decía algo; una especie de anécdota...Dejo de prestarle atención a las palabras una vez que sintió el escalofrío recorriéndole la espina dorsal de arriba a abajo; remedando el movimiento del ojó bailón del Diputado; de arriba a abajo también. Subiendo y bajando...Como una especie de Deja Vú insólito.
Fue entonces cuando el caos se cernió sobre su cabeza nuevamente; lo abrazaba como una novia decrépita llena de pasión y de fuego abrazaría a su amante predilecto.
No sabía cómo pero la habitación se había llenado al instante de personas encapuchadas; vestidas de negro e insignias policiacas en pecho y espalda. Una mano junto con su brazo aparecieron de pronto y atraparon su cuello como si de una poderosa tenaza se tratara. De igual forma, el mismo sujeto lo agarraba del estomago y lo arrastraban hacia atrás.
Fue testigo de cómo tres sujetos sometían a un iracundo Diputado Mendiola que no paraba de gritar e increpar a los invasores...Al tiempo que señalaba a Fede con el brazo que tenía libre.

- Suéltenme!...Yo no soy al que buscan, es él! Él es la cabeza!...Él es la cabezaaaaaaa!

Haiga sido como haiga sido...El buen Fede no tuvo mayor remedio que ser paciente tras las rejas de una prisión Federal. Su abogado lo  visitaba casi a diario y siempre le daba buenas noticias, aunque no las que él esperaba: las de su liberación y exoneración.
Por supuesto que había negado todo...¿Cómo habría podido saber que la casa era un almacén de droga y de armas ilegales?...¿Cómo habría podido intuir que lo iban a envolver de esa forma en su telaraña criminal y corrupta?
A veces se hartaba de su ingenua inocencia...A veces, cuando se encontraba recostado sobre el solitario camastro de la celda, sentía como si la vida lo empujara hacia tal o cual situación y él no tuviera control sobre nada. A veces sentía como se le iba la mirada de uno de sus ojos cansados, hacia arriba y luego hacia abajo...Arriba...Y luego abajo.

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