viernes, 25 de enero de 2013

Que se mueran los gandallas


Eloy y yo siempre fuimos muy buenos amigos; los mejores...Hasta esa tarde que jamás olvidaré, cuando teníamos 12 años y las blancas aunque insípidas ilusiones se vinieron abajo; sepultándose como fardos pesados en el lecho marino, a kilómetros y kilómetros de la superficie de la inocencia que por entonces compartíamos mi amigo y yo.
Pero permítanme contarles sobre esa tarde, o mejor dicho, sobre mi multifacético amigo Eloy.

Eloy siempre fue el creativo de los dos; siempre se le ocurría algo original o se encontraba inventando aparatos o dispositivos bastante inverosímiles...Que no servían para nada, claro está, pero yo nunca se lo echaba en cara o le recriminaba nada de lo que hacía. Me parecía por lo menos divertido, y tenía la cándida esperanza de que quizá algún día pudiéramos inventar algo que realmente valiera la pena; algo que pusiera nuestros nombres por lo menos en el periodiquillo comunitario. Claro, yo como su ayudante o publirelacionista oficial recibiría algo del crédito, no?...Digo, era lo justo. Nadie más le hacía caso en la escuela...Nadie más le ofrecía la mitad de su torta a la hora del recreo. Eso era parte de mi inversión en el tipo.


Eso sí, no podías llamarlo con ese molesto diminutivo. Le exasperaba hasta límites que te podían inquietar. Más sin embargo, sus padres (que parecía que sí lo querían mucho) no cesaban de llamarlo así, incluso frente a otros chicos...Cuando yo estaba en su casa solían llamarnos, por ejemplo: "Eloyito, Pascualito, vengan a comer unas galletas!...Las trajo por la mañana tu tía Petunia la sordita"; o a veces lo increpaban con lo que yo llamaría: verdaderas "joyas" de expresiones definitivamente "más que coloquiales", como..."Eloyito, prestale tus juguetes a Pascualito!, no olvides ser siempre una buena persona, porque las buenas personas son bienvenidas en todas partes"...Y claro que lo único que el chico Eloyito solía contestar era, "Sí, Mamá"; aunque la fulminara con la más gélida de las miradas y el tono blanquecino de su piel mutara a algo cercano a un rojo tomate encendido; siempre se contenía con sus padres, pero no tanto con los demás o conmigo.

Esa tarde fatídica, Eloy me llamó y pidió que fuera a su casa para mostrarme el último de sus inventos. No estaban sus padres, y él se encontraba en la cochera, con la puerta parcialmente abierta.
Cuando llegué, arrastraba unos gruesos cables desde la batería de uno de los carros que tenía la familia. Era una carcacha que yo jamás había visto en movimiento en todos los años de conocerlo.
Se dió cuenta perfectamente de que ya había llegado, pese a que no se volteó a verme.

- Pasa, pasa!...Esto ya casi está listo.
- Qué estás haciendo ahora, Eloy?
- Va a ser la más grande de mis creaciones, te lo aseguro!...Acercate para que lo veas, Pascual!
- ¿Y qué se supone qué hace?...¿Qué es todo esto?

Sobre el banco de trabajo de su Papá tenía montones de circuitos y tarjetas electrónicas desarmadas; tenía un ventilador de pedestal totalmente intervenido y conectado a una placa de circuitos; los cables de colores iban y venían, pasaban por debajo, daban vueltas hacia arriba o hacia abajo; se enredaban a las patitas de los capacitores y pastillas cerámicas de formas ovaladas; todo era un caos en esa mesa...Pero resistí el hacerle la primer pregunta que se me vino a la mente: ¿Y no existe ya una cajita de 5x5 que haga todo lo que tú quieres hacer con esta basura?

- Esto, mi querido amigo...Va a suponer un gran cambio en nuestras vidas. En las vidas de toda la humanidad, te lo aseguro. Yo lo llamo el "Aniquilador de los tipos mala onda"
- ¿Qué estás diciendo?
- Sí, y precisamente seremos capaces de probarlo en unos instantes. ¿Recuerdas al tipo que siempre nos fastidia cada vez que nos ve?, ¿el que nos acosa en la cafetería del colegio cuando está más aburrido que un Lirón en invierno?
- ¿Te refieres al Davi-Samson?
- Exactamente!...Pues no más. Mi invento liquidará de forma instantánea a todos los tipos de su calaña. Claro que ahorita sólo soy capaz de hacerlo en un radio de unos 50 o 100 metros, pero cuando me consiga mejores antenas...
- Espera, espera!...¿Estas loco, Eloy?...¿Cómo puedes hablar de matar a una persona? Digo, el tipo ese es un gandalla y pedante de lo peor, y seguramente me gustaría ver que se le aplique una especie de castigo, pero...
- Nada de peros, amigo mío...Esta tarde haremos historia tú y yo...Y...

En ese momento, un distraído Davi-Samson se asomaba con cierta precaución al interior de la cochera de Eloy. Sus largos dedos fríos - ahora apostados en el borde de la puerta - eran para mi un triste recordatorio de lo pequeña que era mi cabeza, cuando al tipo le venía en gana zarandearme de un lado a otro como si fuera un títere sin voluntad.

- Hola?...Eloyito?!...Estás ahí?...Ah, ya los veo, chicos...Más vale que lo que me van a mostrar valga la pena, enanos! Cancelé un importante compromiso con mi novia por ver sus flacos y estirados rostros de nerds!

Pero mi amigo no se amilanó ante la jerga belicosa del grandulón en la puerta y lo invitó educadamente a pasar al interior del recinto, para mostrarle lo que él llamaba como, "el invento del siglo".
Por supuesto que ya había preparado con antelación una silla confortable para él. Por supuesto que ya tenía un platito con botana selecta y una soda casi en su punto de congelación para él...Y por supuesto que iba a tratarse de el primer testigo, casi casi socio, de dicho invento del siglo. Su ágil lengua (habilidad de la que no había hecho uso en ocasiones anteriores) lo envolvía y arropaba como un capullo guardando al insecto decadente que florecería más tarde en una colorida criatura de formas estilizadas y antenas vividas de captar las nuevas sensaciones del mundo exterior.

Davi-Samson no hacía preguntas. Solamente se limitaba a masticar y mirar al frente. De vez en cuando profería una especie de gruñido que minutos después entendía que era la forma en que él nos decía que iba siguiendo todo el asunto y que más o menos estaba de acuerdo.
Naturalmente no me estaba gustando la idea de estar ahí en el momento en que la cabeza de ese idiota reventara como un melón chino, pero como Eloy no cesaba de chorear al sujeto y de renovar la botana del platito...Cada vez más sentía que el plan era o matarlo de aburrimiento o de congraciarse con él de alguna forma.
Los zumbidos, cables y foquitos no hacían ninguna cosa en particular. No había ningún arma apuntando a la sien de Davi-Samson, ni ningún electrodo conectado a su velludo cuerpo.

Creo que lo que ocurrió finalmente esa tarde fue una permuta de amigos y personalidades...

Una hora más tarde yo abandonaba la casa de mi ex-mejor amigo; desilusionado por su falta de carácter y por toda la lambisconería de la que había hecho gala.

Eloy había ganado un nuevo mejor amigo y yo comencé a convertirme en lo que supuestamente él odiaba más: un gandalla de lo peor!

2 comentarios:

  1. Ya lo leí Rafa, en mi humilde opinión es muy bueno, no te conocía esta faceta de escritor :)

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    1. Muchas gracias, Cecy...Realmente es algo que comienza, pero que me gusta mucho también ;-)

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