martes, 10 de septiembre de 2013

Asesino en las Sombras

El equipo Ambar cruzó rápidamente el portal. Genie sacó su escáner y sin perder tiempo alguno lo puso en marcha. El aparato arrojaba más y más lecturas a medida que el resto del equipo se le unía. El lugar se encontraba sumergido en una oscuridad ominosa cuando las linternas de algunos de los miembros del equipo comenzaron a disiparla por rafagas luminosas. Pronto comenzaron a aparecer rincones sucios; telarañas de formas caprichosas; esculturas rotas y objetos extraños dispersos por todas partes. La bóveda era alta y de ella colgaba una araña vieja y oxidada, que parecía que no se les caería encima en los próximos minutos.
Al final de la estancia había 3 puertas; cerradas todas ellas...El equipo se distribuyó rápida y eficientemente a lo largo y ancho de aquel lugar. El portal fue clausurado y un grupo comenzó a acumular muebles y objetos pesados ante dicho portal. Cualquier cosa servía...O eso esperaban ellos.

- El lugar está limpio! - Anunció Genie - Rod, ¿cuántos perdimos esta vez?...Tara, organiza un grupo de reconocimiento!...Vamos a tener que movernos de aquí muy pronto!
- Genie, todos estamos cansados de correr...
- ¿Rod?!
- Conté 12, Gen. Perdimos a 2. Silvia y Arnold cayeron al vacío antes de que cualquiera pudiera hacer algo por ellos.
- Ok. Tomemos 10 minutos. Clara...Sé que todos estamos cansados de correr. Pero tú has visto lo que esta incursión nos ha costado. Hemos perdido ya un tercio del equipo. Me temo que si no nos movemos constantemente...Corremos el riesgo de que nos encuentren fácilmente.
- Yo te entiendo, pero...¿Qué nos delata, Jefe? - Preguntó Clara, la pelirroja que hacía más preguntas que todos los demás juntos.
- No lo sé, de verdad. ¿Alguna teoría, Greg?


Dos o tres ráfagas de luz apuntaron en ese momento en dirección de donde se encontraba el aludido Greg, que descansaba de espaldas a una de las puertas, acoplando o acomodando la mirilla láser de su rifle de alto impacto. Sostenía con su boca una linterna mucha más pequeña que la de los demás y con ella se apoyaba para maniobrar en la densa oscuridad. Transcurrieron un minuto o dos, antes de que pronunciara palabra alguna. Retiró la linternilla de su boca y se la guardó en uno de los bolsillos de su chaqueta.

- ¿Qué música escuchamos cuando llegamos a aquel gran salón desierto, donde tuvimos nuestro primer encuentro con "ellos"?
- ¿Qué tiene eso qué ver con lo que te estoy preguntando, Greg?
- Todo tiene que ver, Genie. Todo...¿Qué música era?
- ¿Qué diablos voy a saber?...Ni siquiera la recuerdo. Lo único que quería era largarme de ahí y matar a esas cosas en mi camino a la salida. Hip, ¿tú escuchaste esa música?
- Era como algo clásico, ¿no, Jefe?

Greg se levantó entonces...Una de las linternas lo siguió en su andar a través de la estancia, y en cuestión de segundos se había ubicado cerca de Genie, que seguía a la espera de una respuesta mucho más precisa de parte de aquél.

- Maldita sea!, espero no haber pisado la mano o el pie de alguien. ¿No hay una maldita luz aquí?
- Tara!, ¿no has visto si se puede encender alguna luz?
- No, Gen. Tal vez podamos quemar algo y hacer una fogata.
- No sé si sea buena idea. ¿Tendrán esas cosas sensores de calor?...Y eso me deja de nuevo con la pregunta que no has contestado, Greg. ¿Alguna teoría del por qué nos encuentran?
- Sí, sí...Está claro que nadie se fijó en ese detalle; en la música que se escuchaba en aquel salón...En los instantes previos al ataque...Estuve tratando de identificar de dónde provenía o qué la producía. Pero no pude. No logré ver de dónde salía. Pero sí supe qué pieza era la que ellos estaban tocando.
- Por favor, Greg!...No creo que esas cosas sepan siquiera de música. Comienzo a pensar que le pregunté a la persona equivocada...
- Perdóname, Comandante, pero le preguntaste precisamente a la persona indicada. Nadie...Nadie ha estado en tantas misiones como yo; nadie ha salido y regresado tantas veces a ese agujero en el que nos resguardamos...En una pieza! Nadie los conoce como yo...Nadie los ha visto y analizado como yo...De manera que si quieres saber algo sobre ellos, es a mi a quien debes preguntar.
- Pues entonces dame algo de utilidad, Greg. ¿Cómo pueden ellos tocar una pieza de música compuesta e interpretada por humanos?, ¿qué más les da o qué les importa?
- Hay una obra muy reconocida y bastante antigua..."Carmina Burana". La pieza en particular..."Fortune Plango Vulnera", si no me equivoco. Voces en latín...Cadencia que se eleva para luego bajar; llena de armonías marciales. Eso es lo que escuchábamos cuando entramos en ese infierno inmaculado, Comandante. Todo era un montaje. A ellos les gusta la teatralidad, lo he visto...¿Sabes qué es lo que más les gusta de nosotros?
- ¿Qué cosa?
- Nuestro miedo...Los vuelve locos; lo ansían, lo cultivan cuidadosamente e invierten el tiempo necesario para sacar provecho de él. Claro que sí. Cada gramo de terror; cada gota de sudor frío; cada lágrima de desesperación...Es un tesoro invaluable para ellos. Nosotros simplemente...Jugamos su juego como ellos quieren que lo juguemos.
- Por Dios, Greg...Pareces estar tan convencido de esa basura que acabas de decir!...
- Esa es mi teoría...Mi explicación, Comandante. De alguna manera, ellos ya saben dónde vamos a aparecer la próxima vez. Y cosechan nuestro miedo; nuestro sufrimiento.
- Y yo no sé si a mi me gusta tu teoría. Gracias por compartirla de cualquier forma. Tara, ¿esas puertas de allá están aseguradas, cierto?
- No parecen poder abrirse, Gen. De cualquier forma, no las perderemos de vista.
- Greg, ¿puedes cuidarme el escáner y ponerlo en marcha de nuevo en un par de minutos? No tenemos mucha pila. Por ello no puedo dejarlo funcionando permanentemente.
- De acuerdo, Comandante.
- Tara, ven conmigo.

Genie se alejó un poco del grupo más numeroso y esperó a que su compañera llegara hasta ella. Su linterna vagaba de aquí a allá pero realmente no buscaba nada en la oscuridad, sino algunas respuestas dentro de su cabeza...Explicaciones...Y sobre todo, un plan para salir de ese lugar con vida y no perder más gente en el proceso.

- Que loca esa teoría de Greg, no, Gen?
- Y que lo digas...No sé...Me rehuso a creerlo, pero de ser verdad...Querrá decir que no tenemos nada qué hacer; que todo está dicho y que tenemos una fosa esperando por todos y cada uno de nosotros.
- Si lo que dice es cierto, no creo que deseen matarnos. Mantenernos con vida es lo que les conviene. Muertos de miedo, pero vivos.
- Sí, eso puede ser incluso mucho peor que morir. Pero ellos ya han matado a cientos o miles de nosotros, no olvidemos eso...¿Escuchas?...¿Qué fue?!...
- No escucho nada, yo...
- Shhh!!!...

Todo mundo en la estancia calló de repente al escuchar el tono imperativo de la Comandante y durante un instante no se escuchó absolutamente nada salvo sus propias y agitadas respiraciones...Nada...Pero entonces, comenzó a oírse...Muy a lo lejos. Voces graves pero delicadas al mismo tiempo; un murmullo "in crescendo", conjugado con fanfarrias que también iban y venían a capricho.
Un doloroso recuerdo vistió entonces las confundidas mentes de todos y cada uno de los presentes; el recuerdo de haber estado ya en un gran salón con ese tipo de música, para luego ser testigos del terror y de la indefensión de que fueron víctimas.

- "O Fortuna" - mencionó Greg al tiempo que varias de las linternas se posaban en su humanidad. Todo mundo le vio entonces cargar su arma y dirigirse lentamente hacia una de las puertas.

"Es demasiado pronto", decían unos..."Por qué ahora?" comentaron otros. El murmullo comenzó a crecer y muchos no sabían qué hacer o dónde resguardarse; qué flanco cubrir o hacia qué puerta precipitarse para escapar. La comandante tuvo que intervenir para frenar el caos y el pánico que se avecinaba.

- Todos alerta! Nadie dispara si no doy la orden, ¿entendido?...Investiguen de dónde viene esa música; confirmen que todas las puertas estén aseguradas, ahora!

¡Blam!...Y luego el sonido terriblemente familiar de un cuerpo desplomándose y golpeando el suelo...

- ¿Quién diablos disparó?...¿Quién cayó?!...Nadie abre fuego, maldita sea!
- Por acá, Comandante. Alguien le disparó a Roger. Está...Está muerto!

¡Blam, Blam!...Y entonces el pánico fue inevitable. Las linternas apuntaban en todas direcciones mientras todo mundo trataba de encontrar dónde cubrirse. Preguntas y explicaciones eran confundidas con respuestas y exclamaciones. Nadie podía saber quienes habían muerto ya, ni quién había sido el autor de tales disparos. "Yo no he sido", "tampoco yo" decían, al tiempo que los acordes se modificaban y la oscuridad se hacía cada vez más densa e impenetrable. Y sin embargo...Ninguna puerta había sido abierta, o eso le decían a Genie. Se escucharon más y más disparos; algunos, probablemente en defensa propia, pero...¿contra quién?, ¿quién era el responsable de toda esa locura?

- Alto, altoooo!...¿Quién diablos comenzó a disparar?...Sea quien sea, puede darse por muerto. ¿Escuchaste?!!!
- Gen, alguien corrió hacia allá, me parece que fue quien disparó!
- Reagrupense conmigo. Derriben a ese desgraciado!...O desgraciada. No me importa. Pagará cara su desobediencia!
- No soy yo! No me disparen a mi!!! - se alcanzó a escuchar, pero era simplemente una voz que también terminó por apagarse en la negrura que los arropaba a todos.

¡Blam, Blam, Blam!...Las ráfagas de metralla parecían venir de cualquier parte. Una batalla campal; todo mundo contra todo mundo. La irracionalidad y la locura se habían apoderado de todos. Genie no daba crédito a lo que ocurría. No podía creer lo rápido que se desmoronaba su grupo; la facilidad con que había comenzado y la cantidad de gente que estaba muriendo a cada segundo.
Un par de tiros pegaron muy cerca de donde se encontraba la comandante. Algo había estallado a sus espaldas, impulsando trozos y esquirlas en todas direcciones. Sintió un dolor agudo en la parte baja de su espalda. Había sido alcanzada por alguna de esas esquirlas...Apagó su linterna y se tendió al suelo mientras escuchaba cómo iban disminuyendo los gritos, las voces y los disparos.

- ¡No, no me mates, yo nooooo..." - Blam!

Esto era el trabajo de un traidor...O de más de uno, pensaba Genie. No sabía con quién contaba, ni con quién no...De manera que guardó silencio y siguió escuchando. Respirar le costaba trabajo...¿Cómo saber si su agitación no delataría su posición al asesino?...¿O asesinos?
Una linterna se encendió y comenzó a revisar todo el lugar. El portador de la luz se encontraba más o menos al centro de la gran habitación, por lo que Genie podía ver. Permaneció quieta, mientras escuchaba los pasos. Era solo una persona!

- No podrás esconderte por mucho tiempo, Comandante!...Tarde o temprano te encontraré, lo sabes muy bien!

¡Greg!...Maldito y estúpido traidor!...¿Pero por qué?...Levantó la cabeza un poco y comprobó como la luz se alejaba de ella. El sujeto no tenía idea de dónde estaba ella. ¿Qué oportunidad tenía de salir de esa? A pesar de funcionar a marchas forzadas, su cerebro no parecía encontrar una salida a aquella situación. La única certeza que tenía era que uno de los dos no saldría con vida de aquella enorme estancia. Greg o ella.
Tanteó su costado para comprobar qué era lo que tenía a su alcance, pero al hacerlo, movió un objeto que rompió el tenso silencio que imperaba en esos momentos. Maldijo su situación y volvió a ocupar su postura original.

- Ah!, así que estás por allá, Genie...¿Nunca te dije que tengo un buen oído?...Por cierto, ¿sabes qué pieza es la que estamos escuchando ahora?...No, estoy seguro que sabes un carajo de música!...Se trata de "Omnia Sol Temperat". ¿No te parece excelsa? Escucha esa voz, ese sentimiento...Dios, qué profundidad!

- ¿Por qué, Greg?...¿Por qué nos traicionaste?, ¿ahora estás con ellos?
- Si algo me han enseñado todos estos años de...horror, Comandante...Es que nuestra guerra ha estado perdida desde siempre; desde el mismo inicio. ¿Puedes culparme por querer vivir un poco más que los demás? En cierto modo, sí trabajo para ellos. Mi experiencia me ha enseñado qué cosas les complacen y qué otras no tanto; qué es lo que no toleran...Qué es lo que mantiene su interés...¿Y sabes algo?...Tú no eres una de esas cosas. No representas ningún valor para ellos. Ya tienen todo el miedo que pudieron sacarte; ya se hartaron de ti...
- Pareces estar muy seguro de que vas a salir vivo de ésta, Greg...Maldito imbécil!...¿No dije que podías darte por muerto?
- Genie, Genie...Te tengo perfectamente ubicada. Una buena lluvia de mis balas te ahorrará todo este dolor que sientes ahora, creeme. Estarás mucho mejor...No estando en ninguna parte! Espero no creas en esas patrañas de la vida después de la muerte porque...Creo que estás a punto de desilusionarte, ja ja ja!
- Venga pues, Greg!...Si soy una presa fácil, ¿por qué no has acabado ya conmigo?
- Mmmm, sí...Ya platicamos suficiente, y en verdad siento mucho que tenga que ser de esta forma, Comandante...

Clank, clank!...Fue lo que escuchó Greg a sus pies; una especie de objeto metálico había caído justo debajo de él, y entonces lo siguiente que sintió fue mucho calor; un calor excesivo que recorrió todas sus entrañas, como insectos minúsculos devorándolo por dentro; miles o cientos de miles de pequeños dientes clavándose en sus carnes y quitándole todo. Un destello poderoso lo iluminó todo y luego el fuego...Pero eso, Greg ya no lo pudo ver ni sentir.

Genie se vio entonces sola entre un mar de cuerpos; sangre y huesos descubiertos. La suave música seguía acompañándola, como el fondo perfecto para una masacre inesperada...e innecesaria. Nada ni nadie se movía; ni sus piernas, a pesar de que su mente gritaba órdenes desesperadamente; de salir de ese sitio, de abandonar la misión. Todo estaba perdido, con excepción de su voluntad por vivir; esa terquedad que en otras épocas le había valido el salirse con la suya y obtener exactamente lo que quería; la cantidad de dulces que deseaba; la muñeca rubia con aquel vestido floreado pero diminuto...Todas esas cosas, parecían ser tan lejanas y desconocidas ahora. Lo único familiar ahora eran todos y cada uno de esos rostros lívidos y muertos que ya no le hablaban más; rostros de la gente que se suponía debía de proteger. Pensara lo que pensara, no podía estimar el tamaño de la traición que habían sufrido y en lo insignificante que había representado el castigo proporcionado.
No, no...Algo más debía de hacerse; algo que "emparejara" el marcador, por así decirlo. Una respuesta; un castigo ejemplar debía de aplicarse todavía...Y fue entonces cuando todo aquello fue cobrando forma en su cabeza.

De alguna u otra forma, lo llevaría a cabo.

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