jueves, 22 de junio de 2017

Señor Misterio

Maldita cabeza!, por qué no funcionas cuando se te necesita? Solamente quiero decirte que ni de loco consumiré esa cuarta taza de café. ¿Acaso no has escuchado sobre “reciprocidad”?…Por supuesto que lo has escuchado…Es decir, yo lo he escuchado a través de ti. Nuestro acuerdo: yo te doy ese químico que tanto te gusta y tú me das algo a cambio! ¿Es tan difícil de recordar un simple y estúpido nombre?!…

Otra vez esa alerta!, es la quinta vez que suena. Alguien debe hacer algo al respecto…Pero no traía un lápiz en la mano?…Creo que lo dejé en la cocina cuando fui por esa última taza. Mejor me levanto y sirve que enciendo de nuevo la calefacción. Puede que de camino hacia allá logre poner en marcha los engranes oxidados de esta condenada cabezota!

Es 10 de Diciembre y ya el piso de la calle amanece un poco resbaloso. Me doy cuenta cada vez que abro un poco la cortina y veo a la gente hacer suertes y malabares para evitar caerse. ¿Permahielo le llaman?…En fin. Deberían de usar un calzado diferente…Algunos de ellos. No me importa mucho, realmente, pero no quisiera tener a algún muerto enfrente de mi casa…La policía estaría aquí al poco rato y eso sería un fastidio!
Otro fastidio es no encontrar ese lápiz por ninguna parte, y ya comienza a ser una de esas mañanas en las que nada funciona y en las que más vale no haberse levantado.

De regreso a mi estudio, comienzo a hurgar entre los papeles, fotos y objetos que tengo en la mesa y entonces la veo: una baraja de 6 fotografías de 6 distintos sujetos. Todos ellos golpeados, abusados y desde luego…Muertos. No hay nada común entre ellos. Ni siquiera iban a la misma iglesia; todos conservan más o menos la misma dentadura…No hay indicios de marcas especiales en ninguna parte del cuerpo, ni mutilaciones…Las estaturas, aunque diferentes, rondan en el promedio británico…Y la carta encontrada en la casa de uno de ellos?…Pareciera una carta típica de un suicida, pero las versiones familiares indican que la letra no corresponde con el individuo en cuestión. ¿Habría pedido a alguien más que se la redactara?…No es probable, pero es sólo un elemento más que cuelga de una frágil red de suposiciones hechas de aire y de nada…Al menos hasta ahora.
La Señorita Evans me confirmó que la Morgue me extendió el plazo de exclusividad por otros 5 días más. No sabía que hacían eso…Pero me permite tener los cuerpos sólo para mi, y la certeza - en teoría - de que nadie más los podrá manipular o reclamar. Debo de ordenar algunas radiografías, para completar las necropsias de los sujetos 2 y 3…Y repasar las anotaciones a los estudios de sangre. A este ritmo, pasaré de comerme las uñas a comerme los dedos, pues si hay algo que no tolero es no tener nada con qué poder trabajar; estancarme  en el fango de la incertidumbre y de la parálisis, por falta de argumentos o de pistas qué seguir…Bueno, tengo una…Es sólo que…No puedo recordarla del todo.

Y luego ese molesto zumbido del interfón; parecido al lamento amargo de un moribundo que debió de haber colgado los tenis desde hacía dos semanas antes; siempre me molesta y me recuerdo que debo de cambiarlo, pero nunca hago nada. Me maldigo a mi mismo (también de forma inútil).
  • ¿Quién es? - Pregunto a la persona de impermeable y sombrero gris que se encuentra parada justo afuera de mi puerta.
  • Q-qué tal…Lo conocí en la estación de trenes de Leicester; me dio su tarjeta. ¿Recuerda? Soy el policía del anden…Warren Sellers.
  • Ah sí…No lo recordaba. Pase, enseguida le abro…
Warren Sellers…No recuerdo el nombre, ciertamente. Pero de igual forma aguardo a que el sujeto llegue hasta mi despacho. Me instalo en mi silla con descansa-brazos acojinados mientras escucho los pasos del Señor Sellers subiendo pesadamente por la escalera del edificio. Luego la puerta se abre acompañada del clásico y esperado chirriar de las bisagras. Mi visitante entra, al tiempo que se quita su sombrero y me dirige una mediana sonrisa pero sin sostenerme la mirada. ¿De verdad conocí a este sujeto aquél día en Leicester?
  • Buen día, Señor Stone…Espero no sea un mal momento.
  • En lo absoluto, Señor Sellers. Dígame, a qué debo el privilegio de su visita?…Y perdone que sea franco con usted, pero…No lo recuerdo del todo, de mi visita a Leicester. No tuve mucho éxito aquella vez. Regresé a casa con las manos vacías. ¿Qué le dije exactamente aquel día?…¿Té o café?
  • Gracias. Estoy bien…No se preocupe. Tal vez se encontraba pensando en muchas cosas. No lo culpo. Me dijo que estaba buscando indicios de un asesinato que se había perpetrado en la estación, horas antes de que usted llegara…Y…A mi me pareció muy extraño que no hubiera llegado junto con el grueso de la policía y los demás investigadores. Ellos se llevaron toda la evidencia y al cuerpo…E hicieron entrevistas y preguntas…Usted sabe. Todo lo que ellos suelen hacer.
  • Información de la que estoy al tanto…No siempre suelo llegar tarde a la escena del crimen, pero aquella vez…En fin. Señor, por qué no lo recuerdo a usted?…Y no me ha contestado…¿Qué le dije yo a usted?
  • Simplemente me dijo que estaba buscando pistas y testigos con los cuales pudiera hablar. Yo le dije que para esa hora ya se había retirado casi toda la gente, y los testigos principales se habían ido con los investigadores…Y me dio su tarjeta. Me comentó que si veía algo o recordaba algo, que no dudara en buscarlo.
  • Humm…Ok…Y entonces, ¿recordó o encontró algo que nos pudiera ser de utilidad?
Sin duda el Señor Sellers se sentía tan incomodo como yo; notaba una finísima capa de sudor aflorando de sus sienes y me dada cuenta de ese jugueteo de sus dedos. Seguramente estaba preparado para el frío de la calle pero ahora podría jurar que no encontraba qué decir para deshacerse de su impermeable…Pero…¿Pena?…No…Era otra cosa. Al instante recordé que había vuelto a encender la calefacción…Esperen un momento. ¿De verdad lo hice?
Mi vista se desvió en ese momento al extremo de la mesa; del lado izquierdo del Señor Sellers, donde alcanzaba a ver mi lápiz descansando sobre los documentos periciales que me habían mandado muy temprano.
  • Sabe, escuché a hablar a dos jóvenes, sobre aquel incidente…Y decían estar seguros que habían visto a alguien correr sobre las vías, en dirección de la estación de Piccadilly…Como sabe, nadie vio realmente nada…Y estos jóvenes tampoco vieron el rostro de aquel sujeto, pero me pareció que bien podría indagar todo ese tramo, sobre las vías…
  • Sí…Esa es la cuestión. Que nadie vio nada.
  • ¿Y cómo va su investigación?…¿Han encontrado algo?
  • Se avecina el final de nuestra conversación, no es así?…Pues no, debo decirle que no se ha encontrado nada aún.
  • Oh, bueno…Me imagino que es bastante difícil trabajar con…Nada. No es así?
  • Tampoco diría que no tenemos nada, Señor Sellers.
  • Se ve que es buen sujeto, Señor Stone…Créame que lo lamento mucho.
  • ¿Qué cosa?
Acto seguido supe a qué se refería pues mi visitante se levantó y del interior de su impermeable extrajo un revolver que parecía corresponder a una Smith & Wesson calibre 38, que no dudó ni un segundo en usar y descargar sobre mi ya atribulada humanidad.
Sentí su duro y letal primer impacto en el centro del pecho y su fuerza me impulsó con todo y silla hacía atrás, hasta pegar con el muro que tenía a mis espaldas. Los siguientes impactos los recibí en el hombro, muy muy cerca del corazón, y dos más en el área del estomago, que ya casi ni sentí, probablemente debido a la carga de endorfinas que en ese momento corrían ya como trenes endemoniados por mi torrente sanguíneo, bajando a calmar cada fibra y cada nervio de mi composición biológica.
Pese a que sabía que no moriría ahí, esa mañana insípida en mi despacho-departamento; me desmoralizaban un poco los problemas de memoria que hacían presa de mi…Aunque estaba totalmente seguro de no haber conocido jamás a este homicida…Yo ni siquiera tenía tarjetas de presentación. ¿Cómo habrá dado conmigo?…¿Estará relacionado con los casos que me encontraba investigando y me lo diría si se lo preguntara?…¡Que estúpido!…Pero aguarden un momento!…¿Por qué estaba yo en el suelo, cómo es que llegué hasta ahí?
Todo fue muy rápido durante esos minutos; una locura de por sí…Recuerdo, sin embargo, que el sujeto salió deprisa de mi despacho y que llevaba en sus manos todo lo que había alcanzado a robar de mi mesa de trabajo, luego de haberme disparado.

Mala suerte para él, no haberme dado ese temido disparo de gracia…Y haberse encontrado con un grupo de policías subiendo por las escaleras de mi departamento. Si se dispararon armas de fuego de nuevo, no lo supe en ese momento…Creo que ya estaba más ausente que consciente. Lo último que recuerdo haber visto fue a la Señorita Evans entrando rápidamente con el cofre en sus manos y depositándolo a un costado mío. Luego, un velo de oscuridad cubrió mis ojos hasta que volví a ser consciente dos días más tarde en la cama número 12 de la unidad de cuidados intensivos del London Clinic, con la Señorita Evans de nuevo a mi lado.

Era de noche, y la luz se había difuminado para no molestarme. Siempre agradecía esta clase de detalles, a parte del hecho de no haber muerto, por supuesto.
  • Señor Stone…Debe dejar de poner su vida en riesgo de esta forma!
  • Señorita Evans. Créame que no anticipe que aquel sujeto llevaba un arma. Tal vez un arco detector de metales sea una adición recomendable al departamento, no cree?…
  • Lo traje aquí luego del procedimiento. Mi personal se encargó de limpiar todo…Habíamos atrapado al sujeto pero luego de haberlo ingresado a la penitenciaría se suicidó. Tiene siete cuerpos en la morgue ahora…
  • Es una lástima…Realmente quería hablar de nuevo con ese sujeto. Me dijo que se llamaba Warren Sellers. Es falso, por supuesto, pero estaría bien investigarlo.
  • Ya lo hicimos. El escáner facial lo encontró. Su nombre real es Mathew Bennett. Mi gente está cateando su domicilio…No hemos encontrado nada aún, pero tengo un expediente con información de él lista para usted.
  • ¿Qué haría sin usted, Señorita Evans?…No me lo diga!
  • Para empezar, esta es la cuarta vez que le salvo la vida…No tiene miedo de que el procedimiento llegue a fallar alguna vez?
  • Le dije que no me lo dijera!…Pero ya sabe que me vuelvo más cuidadoso cada vez; aunque un poco desmemoriado.
  • Cómo se siente?
  • Un poco mareado…Y hambriento!…¿No puede llamar a la enfermera y pedirle que me traiga algo para cenar? Algo de Patisserie Valerie?
  • No puede cenar nada de eso!…¿Qué quiere que hagamos?…Con el caso…
  • Sí…El caso…Bennett tenía teléfono?…Investigue su historial de llamadas. Quiero investigar todos los números. Yo creo que a Bennett lo mandaron a visitarme. Investigue si tiene computadora; vea sus correos…
  • No hemos encontrado teléfonos, ni computadoras o algún otro dispositivo electrónico…Hasta ahora. No ha considerado que podría ser Bennett el responsable de todo?…El autor de los homicidios?
  • Mmm…No…Puede ser, pero me parece que sería una imprudencia, el haberme visitado. El asesino no actúa así…A pesar de haberse tomado muchas precauciones como no haber llevado teléfono…¿Tenemos informe de balística sobre el arma de Bennett?
  • No es el arma empleada en los otros homicidios…O bueno, en 4 de ellos.
  • Esta clase de asesinos, Señorita Evans…Siempre deja algo, una pista, sabe?…Ellos al final siempre quieren ser atrapados y reconocidos. Claro que no lo hacen fácil. Son muy inteligentes…Es sólo que no hemos armado bien el rompecabezas, hasta ahora.
  • Sólo espero que sus suposiciones sean las adecuadas, Señor Stone.
La puerta de la habitación se abrió y un joven enfermero hizo acto de presencia, llevando el clásico porta-expediente metálico y el estetoscopio colgando de su cuello. Nos saludó y sonrió a ambos. Era una lástima que no llevara nada de cenar…
  • Buenas noches, Señor Stone. Me permite revisar su suero?
  • Claro, adelante…
  • Lo dejo un momento, déjeme ir a la cafetería por algo. Le diré a la enfermera que tiene hambre - Comentó la Señorita Evans antes de abandonar la habitación.
  • Muy bien…Todo se ve en orden aquí - Mencionó el enfermero…Y acto seguido, puso su mano derecha en mi hombro…
  • Esta vez se ha salvado, Señor Stone. Considerelo por favor una advertencia, la visita a su departamento. Agradezca que nos gusta jugar y que estamos dispuestos a continuar un poco más con el juego…Sabemos que posee algo que le ayuda a recuperarse de heridas fatales, pero no tiente demasiado al destino, de acuerdo?…Ah, no se preocupe…Me dijeron que la cena venía en camino.
Y se fue…Justo como llegó y a través de la misma puerta.

Yo, me quedé sin habla.

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