jueves, 29 de noviembre de 2012

El Viejo Señor Cuervo


Articulaciones y huesos viejos que cubren a un espíritu viejo, que no ansía otra cosa que seguir durmiendo por las mañanas; amargo es el despertar y pulposo es su sabor; rugoso y ruidoso, áspero como la textura arrugada y delgada que me envuelve de pies a cabeza. 
Al minuto que tomo consciencia de nuevo, las malditas dolencias comienzan a despertar también de su letargo...Y las maldigo tan bien como puedo...Aunque sea como maldecirme a mi mismo de todos modos, y pregúntenme cuánto gano con ello?...Un maldito cuerno!



Los primeros rayos de luz del día se filtran por la cortina maltrecha. A decir verdad, no recuerdo la fecha exacta o cómo aparecieron esos condenados agujeros en la tela de la cortina. Creo que simplemente fueron apareciendo ahí, carcomiendo el tejido viejo...Mientras que el tiempo hacía algo similar con mi humanidad marchita.
La vida misma devorándonos, segundo a segundo; llevándose y arrancándonos la energía célula por célula; como una llama que se extingue en los restos carcomidos e insustanciales de algo que se fue destruyendo poco a poco...Vaya poético y lento desenlace. Un mal chiste cuando lo ves desde mi lecho y batallas por levantarte para hacer de tus necesidades fisiológicas por lo menos.

Es una mañana fría, mis atrofiadas articulaciones (y malditas!, no olvidemos eso) dan cuenta de ello; el primer día invernal como muchos otros que vendrán, bajando y reptando por las faldas de las montañas; escabuyéndose entre los árboles de troncos secos y ramas puntiagudas; patinando sobre la superficie gélida de ríos y lagos, mientras sus diminutas y blanquecinas polutas van tejiendo su manto pálido por doquier; esparciendo su virus gélido como se riega una mentira en los oídos de aquellos que no fuimos tan afortunados como para ponernos a salvo...Aunque en estos momentos, mi doliente vejiga desearía regar otra cosa.

Levantarse...Como cuesta...Pero no tanto como aguantar el escándalo de los cuervos en el techo...Tenemos muchos de esos aquí en Fortune Valley. Se roban tu maiz; se roban tu ropa que seca al sol (cuando hay, claro está) y se roban tus palabras si eres lo suficientemente estúpido como para gritarles a esos desgraciados...
No creo que a alguien le guste perder sus palabras...Quedarse sin esas preciosas...cosas...Bueno, al menos las necesitas para...Para decir tu nombre o para llamarle queso al queso (cuando hay, claro está); para hablar contigo mismo cuando simplemente no tienes nada mejor que hacer, lo cual me sucede mucho más a menudo últimamente.

Todo rechina también. Lo pueden escuchar?...Cada puerta que abro; cada uno de mis pasos cansinos sobre la vieja madera de mi piso; mi silla de cedro tallada con motivos paganos; mi dentadura...o lo que queda de ella. Supongo que es normal; los rechinidos, quiero decir.

Knock, knock!...Knock knock.

Siempre tan puntual...Como todas las mañanas. La llamada en la puerta...Y justo pensaba que esta vez podría...No sé...Tomar un poco de sol, para variar. Supongo que tendré que contentarme con abrir un poco las cortinas y quedarme ahí para recibir el poco calor que pudiera atravesar el cristal de la ventana. Espero no esté llena de hielo ahí afuera...
Lo bueno dentro de todo es que los cuervos se fueron...Todo está tan callado ahora. Él los asusta. Malditos cuervos. 

Nunca llama dos veces en un mismo día. Eso lo sé...Pero también sé que se queda ahí afuera durante un largo, largo rato, aunque es lo suficientemente decente como para no mirar por las ventanas hacia dentro de la casa. No...Sólo se adueña de la puerta. Eso hace...
Por las barbas de mi abuela (que las tenía, como no!). Me estoy volviendo demasiado viejo para esto. Sé que un buen día de estos...Abriré esa puerta y entonces me despediré de todo. Hasta de esos cuervos latosos.

Y ahora...¿Dónde dejé el maldito baño?, no les dije acaso cómo llegar hasta él?

Todo rechina!...Espero no cansarlos con todas mis quejas. Yo vivo cansado de mi mismo y de mis quejas por todo, créanme...Pero hoy hace tanto frío que bien se me puede disculpar uno que otro disparate y regar la bilis un poco más de lo habitual. Espero...

¿Dije regar?...Maldita sea!

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