lunes, 26 de diciembre de 2011

El invierno en que olvidé

Ya no hay más campos verdes, ni ríos de aguas cristalinas
No hay caminos transitables ni gente que los recorra con prontitud...
La nieve y su manto blanco impoluto cubre y entierra las voluntades de los hombres
Los días duran menos tiempo y las noches se extienden más allá de las rojas y fugaces velas
que los parroquianos dejan detrás de las ventanas congeladas de sus casas...
Pero recordar aquella vieja plegaria...A todo mundo le cuesta trabajo. La han olvidado
El frío ha conseguido paralizar los recuerdos y las gargantas más avispadas;
Ya no sabemos como iniciarla...Ni de qué se trataba o para qué diantres servía;
Pero venga, saquemos el vino y el queso para los ratones;
Que suenen los cascabeles y las gruesas panzas con hambre; 
Que nadie se quede sin participar, aunque sea en la oscura soledad de su habitación;
Aunque la dama de huesos afilados venga por nosotros esta noche,
Y aunque les digan que lo que hacen no tiene un buen propósito, ni beneficio alguno;
Que las cartas se sigan repartiendo aunque temblemos del frío que no tenemos..
Y que no deje de cumplirse la voluntad de los viejos...O es que ya la hemos olvidado también?
Quizá las cosas marchen mejor el día de mañana...Cuando por fin salga el sol entre aquellas
montañas que vigilan nuestro frágil y delicado sueño;
Quizá convenga olvidar lo que soy; lo que fui y lo que he vivido;
Quizá sea mejor enterrarlo con el invierno...
O quizá sea mejor perder la razón; aquello que aún se conserva...Porque en lo que respecta
a esa plegaria...Se me ha ido...Tal vez para siempre.

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